30 jun 2008

COMO ENFRENTAR LA CRISIS EDUCACIONAL. Caso Universidad de Santiago de Chile

Autor: Héctor Vera Vera
Periodista, Dr. en Comunicación Social
Director Escuela de Periodismo Universidad de Santiago de Chile

SITUACIÓN NACIONAL

Cada vez en nuestro país crece más la distancia entre la comunidad de estudiantes, profesores y autoridades de las universidades públicas con las cúpulas del poder político Estas elites, niegan a los principales implicados y a los propios parlamentarios, el derecho a debatir a fondo una ley de educación que prolonga la LOCE y- que a juicio de muchos- no introduce los cambios al sistema, que la sociedad chilena pide a gritos. En vez de promover el debate y la participación, las autoridades nacionales generan más represión y demagogia. Ahora sí nos prometen una verdadera ley de educación pública desde un acto en La Moneda. Esta conducta confusa del gobierno, genera mucho desconcierto y desconfianza en la sociedad civil sobre la conducción del país.

Es natural que existan diferentes evaluaciones sobre los factores coyunturales de cómo enfrentar la crisis y darle solución a las demandas de una mejor educación, con menos mercado y más servicios de calidad. Sin embargo, en la Universidad de Santiago hay un gran consenso que la educación pública tiene un rol decisivo en el desarrollo del país y que la sociedad no debe engañarse con las fórmulas heredadas de tiempos de la dictadura. El gobierno de Chile debería honrar sus compromisos tomados en los organismos internacionales como la UNESCO que entiende a la educación superior como responsabilidad del Estado y un derecho humano y abandonar el camino de la privatización, que tan deficientes resultados tiene.

Los académicos que hemos trabajado en "universidades" privadas, sabemos que la estructura basada en el lucro, no reinvierte todas sus utilidades en la educación y carece de instancias de participación democrática en la generación de sus autoridades, transformándose en una institución mediocre y en una estafa para los estudiantes y sus familias, que al final de sus estudios, no encuentran un lugar de trabajo adecuado.

Trabajé en la Universidad Santo Tomás y con total responsabilidad debo declarar que esta entidad, en el mejor de los casos, es un colegio que imparte materias, pero no es una universidad en el sentido de tener una comunidad dinámica que toma en sus manos la conducción de su destino. Son los dueños los que fijan todas las reglas y deciden de lo divino y lo humano. Esto no puede ser universidad porque se carece del clima de reflexión necesario al conocimiento. Y sin embargo, el sistema de acreditación nacional vigente, le dio cuatro años a esta entidad privada, que no paga impuestos, mientras que a la Usach, que es universidad pública, le dieron tres años, siendo que ha formado decenas de miles de profesionales del mejor nivel. Esta conducta de los acreditadores y de las autoridades educacionales de Chile, es decididamente indecente, inaceptable y habla de un sistema del cual no se puede confiar.


LA ESTRATEGIA DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO:
SI A LA UNIDAD, NO A LA AUTODESTRUCCIÓN.

Dada la gravedad de la situación descrita y que nos ha mantenido sin clases más de cinco semanas, incluido tres semanas de ocupación de las aulas, exige una estrategia fuerte y sistemática, que pueda generar los cambios deseados por la sociedad civil. Esta estrategia es mantener a la Universidad, con sus diferentes estamentos, cohesionada, alerta y en condiciones de hacer proposiciones de nivel nacional. No es el rector el enemigo, al contrario, Juan Zolezzi es un líder nacional de la defensa de las universidades estatales.

Si la Universidad de Santiago, interesada en obtener más responsabilidad del Estado en la educación superior, no tiene gobernabilidad interna y se prolonga la inactividad académica, nadie nos dará credibilidad, entrando a un proceso de autodestrucción, sin logros de ninguna naturaleza. No olvidemos que la Universidad de Chile, excepto la Casa Central, en su grueso está funcionando.

Ya hay suficientes logros con la sensibilización lograda en todos los estamentos de la universidad y con la demostración pública de decisión y movilización estudiantil. Prolongar el paro es perder el capital de simpatía logrado y diluir los acuerdos consensuados necesarios para producir el cambio. Los dirigentes estudiantiles tienen la obligación de obtener resultados y es momento de la unidad y dejó de ser el momento de las diferencias.

PLATAFORMA CONSENSUADA Y CREÍBLE
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Para ser capaz de liderar nacionalmente debemos presentar una plataforma única, consensuada y creíble, que reposicione a la educación superior pública en el sitial que históricamente ha tenido en la formación de intelectuales y de profesionales del mejor nivel.
La Universidad de Santiago debe presentar un frente común con sus autoridades, académicos, estudiantes y administrativos, como lo ha estado intentando la Facultad de Humanidades con el diálogo constante. La tentación fácil de atacar a la autoridad inmediata es el camino que más obstáculos le pone el objetivo central de modificar el rol de las universidades estatales en el sistema nacional. Los adversarios son lo que buscan y justifican el lucro y son los partidarios de una educación discriminante.

Esta situación de desmedro de la universidad pública, que los estudiantes han denunciado, ha tenido eco en el Consejo Académico y en el Rector de la Universidad de Santiago. La autoridad colegiada y unipersonal reconoce el valor de las movilizaciones. Pero ahora, que se ha denunciado este problema públicamente, ha llegado el momento de articular, con fuerza, sin ambigüedades, los diagnósticos y las propuestas del mundo universitario. Estas propuestas solo pueden ser escuchadas por los que toman decisiones, al comprobar que detrás de estas peticiones hay una universidad sólida y no una entidad dividida y paralizada.

Nadie quiere la violencia en nuestra Universidad, menos a los carabineros invadiendo sus aulas y apaleando a los estudiantes y profesores. Evitemos estas acciones concentrándonos más en el debate y en nuestras demandas que en la tentación de la acción fácil y superficial.

CONFIANZA EN NUESTRA COMUNIDAD

Yo, como profesor y Director de la Escuela de Periodismo, confío en el liderazgo del académico Juan Manuel Zolezzi, tanto como Rector de nuestra Universidad, legítimamente elegido, como en su condición de Presidente del Consorcio de Universidades del Estado. También confío en la Decana de Humanidades que ha estado convocando a un diálogo sobre el tema de la educación, generándose ideas y propuestas de notable interés. También creo en la sinceridad de los estudiantes y de la gran mayoría de sus dirigentes. Sé que los exaltados y los que no respetan a su prójimo son una minoría y sé que una inmensa mayoría de los estudiantes y sus padres desean que la Universidad de Santiago no se debilite y pueda cumplir con sus funciones y sus compromisos.

VOLVER A LAS AULAS Y SEGUIR MOVILIZADOS

En nombre de los cambios que necesitamos, invito a los estudiantes, en particular a sus dirigentes, a volver a las aulas y, al mismo tiempo, a generar acuerdos mediante el debate con los profesores y administrativos en cada unidad y estructurar propuestas, ante las autoridades nacionales, que nos sirvan para mejorar nuestro trabajo y lograr las modificaciones internas y externas que necesitamos.
Los que desvalorizan nuestro trabajo están fuera de la Universidad.

Transformemos este momento de crisis política, social y educacional, en una instancia de reforzamiento democrático de la Universidad de Santiago de Chile.
Estoy convencido que se puede ser al mismo tiempo crítico, propositivo y movilizado. Es más, sólo somos creíbles y eficientes cuando demostramos ser universitarios y dirigentes con responsabilidades personales y sociales efectivas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Lo bueno es de tener un propia ley de Educación pública es la inclusión social más alla de las deficiencias que se pueden ir superando con el paso del tiempo.
Mi blog:
http://www.debatepopular.blogspot.com